Colaboradores de la locura

martes, 30 de agosto de 2016

Comienza un nuevo ciclo

Parece que las cosas cambian, no paran de girar. Parece que de esta vez sí quieren ir hacia un lugar correcto. Quizá sólo haya sido yo quien no hizo las cosas correctamente. Puede que yo no haya elegido bien el camino desde el primer momento. Aunque he de decir que de nada me arrepiento. Sí es cierto que siempre pienso en lo pasado, pero gracias a las decisiones del pasado tengo este presente. Gracias a largarme tengo a nueva gente, gente que ha estado y gente que se ha ido, gente que por suerte, vuelve.

Por mucho que duelan muchas cosas, que te hayan hecho o simplemente hayas hecho, puede que consciente o inconscientemente, pero lo hecho, hecho está. No queda otra que volver a comenzar, desde un comienzo distinto, pero empezar. Puede que eso es lo que nos falle, el simple comienzo. Puede que no seamos capaces de comenzar como queremos, por falta de fuerzas, falta de algo... Pero si no empezamos, nada podemos acabar o simplemente apartar. Así que no nos queda otra que comenzar, comenzar las cosas, y ahora que lo vamos a hacer, aún estamos a tiempo de elegir cómo queremos comenzar y cómo queremos continuar a lo largo del tiempo. No todo seguirá nuestra guía prescrita, pero seguro que si le ponemos las suficientes fuerzas, todo irá hacia adelante, no hará falta volver tanto atrás y lamentarse por cosas hechas o dejadas de hacer. Llegará el punto en el que miremos para atrás sólo para agradecer haber hecho las cosas y no para llorarle a los sucesos.

No queda de otra, la vida sigue y sólo tú eres el que puede elegir si seguir con ella o quedarte en un lugar donde nunca más volverá a brillar ni el  más mínimo recuerdo.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Quien más ayuda es quien más la necesita

Dicen, bueno, más que dicen, pienso. Pienso, pero pienso en todo, pero todo lo pasado, todo lo que ya no tengo, todo lo que ya no hay.

No paro de retroceder en el tiempo, no vivo en el presente, ni siquiera sé que es presente, por cierto.
Sólo recuerdo como quien dice: "mis primeros pasos". Sólo pienso en la infancia, sí, mi infancia. Esa infancia de la que parece no quedar nada, de la que parece haberse desmoronado absolutamente todo.

No estoy, no estaré, no me encuentro y parece que nunca me encontraré. No estoy más que perdida en este mundo. Puede que si ahora mismo me estés hablando, no me de cuenta de lo que me dices, y hasta soy capaz de apostar que no me daré ni cuenta de que lo estás haciendo. ¿Y sabes por qué? Porque no sé, no soy, no nada.

Creo que no encuentro una mejor manera, ni palabra que: "perdida". Pero no perdida ahora ni en esto. Perdida en todo, en la vida, en el día a día, en el pasado y mucho más en el futuro. Perdida en las sonrisas, perdida en las lágrimas, perdida en las gotas de la lluvia, perdida hasta en la piedra que te encuentras de casualidad mientras vas caminando por la calle.

Estoy tan perdida que no sé ni a dónde ir, ni siquiera a dónde estoy yendo mientras sigo perdida.
Estoy tan, pero tan perdida, que utilizo leves recuerdos, la mayoría de ellos no tan alegres, para intentar guiarme. Guiarme a un lugar desconocido y puede que equivocado, equivocado porque no encuentro nada que me ayude a seguir buscando en él.

Equivocado porque quiera o no, no soy, no estoy.