Colaboradores de la locura

miércoles, 24 de agosto de 2016

Quien más ayuda es quien más la necesita

Dicen, bueno, más que dicen, pienso. Pienso, pero pienso en todo, pero todo lo pasado, todo lo que ya no tengo, todo lo que ya no hay.

No paro de retroceder en el tiempo, no vivo en el presente, ni siquiera sé que es presente, por cierto.
Sólo recuerdo como quien dice: "mis primeros pasos". Sólo pienso en la infancia, sí, mi infancia. Esa infancia de la que parece no quedar nada, de la que parece haberse desmoronado absolutamente todo.

No estoy, no estaré, no me encuentro y parece que nunca me encontraré. No estoy más que perdida en este mundo. Puede que si ahora mismo me estés hablando, no me de cuenta de lo que me dices, y hasta soy capaz de apostar que no me daré ni cuenta de que lo estás haciendo. ¿Y sabes por qué? Porque no sé, no soy, no nada.

Creo que no encuentro una mejor manera, ni palabra que: "perdida". Pero no perdida ahora ni en esto. Perdida en todo, en la vida, en el día a día, en el pasado y mucho más en el futuro. Perdida en las sonrisas, perdida en las lágrimas, perdida en las gotas de la lluvia, perdida hasta en la piedra que te encuentras de casualidad mientras vas caminando por la calle.

Estoy tan perdida que no sé ni a dónde ir, ni siquiera a dónde estoy yendo mientras sigo perdida.
Estoy tan, pero tan perdida, que utilizo leves recuerdos, la mayoría de ellos no tan alegres, para intentar guiarme. Guiarme a un lugar desconocido y puede que equivocado, equivocado porque no encuentro nada que me ayude a seguir buscando en él.

Equivocado porque quiera o no, no soy, no estoy.